"Creyente en Dios, no fanático; educador"

GRADO  SEXTO

UNIDAD N° 1

El Ser Humano

¿Quién es en el universo?

 

***                     ASPECTOS  TECNICOS DEL PLAN DE AREA                 ***

Estándar:    

Comprender que, en base al pensamiento religioso que poseemos los seres humanos, y al conocimiento de los textos bíblicos y otros de diferentes géneros, que esbozan el tema del origen del hombre,   las personas somos seres vivos con dignidad. Propiciando así el desarrollo de la capacidad crítica y creativa, para defensa de la dignidad humana.

Tema de la unidad:  

EL ORIGEN DE LA VIDA

Slogan de la Unidad:

El Ser humano, una criatura maravillosa.

Subtemas  de la unidad:  

1. Los Días de la creación.

2. El Ser humano, lo máximo de la creación.

3. Un día especial para la relación con Dios.

4. El libre albedrío del ser humano.

Talleres a realizar en la unidad:  

N° 61-1:   La semana de la creación.

N° 61-2:   El pecado y sus consecuencias.

 

***                Desarrollo de la Temática         ***

 

UNIDAD  1

El Ser Humano, Sus Desafíos como persona,

 y la Compresión de su dilema existencial.

 

 

La Biblia dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”  Gen.1:1

 

Debemos destacar en esta expresión bíblica, que el comienzo del universo es un acto específico de Dios: “Dios creó”. Es decir que antes de todo lo demás únicamente existía Dios. Al crear, diseño espacios (Lugares) para ser habitados  por seres vivos. A los espacios la escritura les llama: Cielos. Y dentro de los cielos un planeta al que llamamos “Tierra”.

Los espacios fueron habitados por seres de orden superior a nosotros; ángeles, serafines, Querubines, y Arcángeles. Y también otras criaturas de orden inferior a nosotros hizo también Dios para habitar en los planetas del universo. Muchas especies animales, (seres vivos sin razonamiento).   

“Y la tierra quedó desordenada y vacía” Gen. 1:2

¿Por qué razón el planeta quedó desordenado y sin habitantes?

No sabemos con exactitud cuanto tiempo nuestro planeta quedó deshabitado y en medio de la oscuridad. Lo que si podemos saber es que Dios se proponía crear, en este planeta, la especie humana; y ésta habría de ser la especie más hermosa, la criatura que habría de llevar su imagen. Por esta razón dejó su creación para el final.  

 

1.  LOS DIAS DE LA CREACIÓN

 

Cuando llegó el tiempo de organizar el planeta tierra, Dios llegó  y trajo su luz. Y a la luz la llamó día, y a la oscuridad la llamó “noche”.

El segundo día, viendo Dios que el planeta estaba cubierto por un mar profundo, decidió separar las aguas colocando una capa de aire en medio de ellas, y a las aguas las llamó mares, y a la capa de aire la llamó “cielos”.

El tercer día, Dios decidió juntar las aguas, y descubrir el terreno seco, y a lo seco lo llamó tierra.

El cuarto día, Dios hizo el sol, la luna y las estrellas. Y estos astros, sirven para fijar las fechas: los meses, los días y los años.

 

ACTIVIDAD 61-1

 “La Semana de la Creación”

(Tiempo estimado 1Hora)

 

1.    Busca en la Biblia que hizo Dios, el quinto, el sexto y el séptimo día. (Génesis 1: 20-28)

2.    Investiga en que día de la creación hizo Dios los árboles, y todas las plantas ornamentales y frutales.

3.    Ilustra con creatividad la semana de la creación.

 

CUANDO LATIERRA ERA UN PLANETA PERFECTO

 

Cuando salió de las manos del Creador, la tierra era sumamente hermosa. La superficie presentaba un aspecto multiforme, con montañas, colinas y llanuras, entrelazadas con magníficos ríos y bellos lagos. Pero las colinas y las montañas no eran abruptas y escarpadas, ni abundaban en ellas declives aterradores, ni abismos espeluznantes como ocurre ahora.

 

Las agudas y ásperas cúspides de la rocosa armazón de la tierra estaban sepultadas bajo un suelo fértil, que producía por doquiera una frondosa vegetación verde. No había repugnantes pantanos ni desiertos estériles.

Agraciados arbustos y delicadas flores saludaban la vista por dondequiera. Las alturas estaban coronadas con árboles aun más imponentes que los que existen ahora. El aire, limpio de impuros miasmas, era claro y saludable. El paisaje sobrepujaba en hermosura los adornados jardines del más suntuoso palacio de la actualidad. La hueste angélica presenció la escena con deleite, y se regocijó en las maravillosas obras de Dios.

 

2.  El Ser Humano, lo Máximo de la Creación.

Dios creó al ser humano en el sexto día,  es decir; un viernes. En los cinco días anteriores había preparado la tierra dotándola de todo lo necesario para la vida. En el primer día Dios se acercó con su presencia y su luz para hacer que el planeta tierra participara de su gran universo.

Luego Dios creó el aire, los continentes y su exuberante vegetación; la tierra quedó dotada de grandiosos alimentos para los animales y el ser humano.

 

El mar fue lleno de vida, muchísimas especies de peces, y monstruos de agua comenzaron a existir allí. Las aves de los cielos anidaron en su nuevo hogar terrenal. Y finalmente el hombre es hecho por Dios a su  “Imagen y semejanza”.

A la humanidad le dio dominio sobre todo lo que sus ojos pudiesen mirar; pues, "dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree… en toda  la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, varón y hembra los creó." (Gén. 1: 26, 27)

Aquí se expone con claridad el origen de la raza humana; y el relato divino está tan claramente narrado que no da lugar a conclusiones erróneas. Dios creó al hombre conforme a su propia imagen. No hay en esto misterio. No existe fundamento alguno para la suposición de que el hombre llegó a existir mediante un lento proceso evolutivo de las formas bajas de la vida animal o vegetal. Tales enseñanzas rebajan la obra sublime del Creador al nivel de las mezquinas y terrenales concepciones humanas. Los hombres están tan resueltos a excluir a Dios de la soberanía del universo que rebajan al hombre y le privan de la dignidad de su origen. El que colocó los mundos estrellados en la altura y coloreó con delicada maestría las flores del campo, el que llenó la tierra y los cielos con las maravillas de su potencia, cuando quiso coronar su gloriosa obra, colocando a alguien para regir la hermosa tierra, supo crear un ser digno de las manos que le dieron vida. La genealogía de nuestro linaje, como ha sido revelada, no hace remontar su origen a una serie de gérmenes, moluscos o cuadrúpedos, sino al gran Creador. Aunque Adán fue formado del polvo, era el "hijo de Dios." (Lucas 3: 38, V.M.)

 

El ser humano fue la criatura más especial en la creación de Dios. Tiene el rango medio de la creación. Creado sin poderes sobrenaturales, tiene la ventaja de razonar y adorar a Dios con la belleza de su carácter hecho a imagen de Dios mismo. 

EL HUERTO DE EDEN

Dios le dio a la primera pareja un sitio especial para vivir en la tierra. El huerto del Edén. En este huerto había árboles de toda variedad, muchos de ellos cargados de fragantes y deliciosas frutas. Había hermosas plantas trepadoras, como vides, que presentaban un aspecto agradable y hermoso, con sus ramas inclinadas bajo el peso de tentadora fruta de los más ricos y variados matices. El trabajo de Adán y Eva debía consistir en formar cenadores o albergues con las ramas de las vides, haciendo así su propia morada con árboles vivos cubiertos de follaje y frutos. Había en profusión y prodigalidad fragantes flores de todo matiz. En medio del huerto estaba el árbol de la vida que aventajaba en gloria y esplendor a todos los demás árboles. Sus frutos parecían manzanas de oro y plata, y tenían el poder de perpetuar la vida.

Así que el hombre no fue hecho para estar ocioso, debía cultivar su comida y trabajar para adecuarse sus habitaciones. El trabajo le proveería felicidad al reconocerse como útil, servicial, a medida que desarrollaba su inteligencia y sus habilidades.  Pero su mayor reto es glorificar a Dios a través de su convivencia con las demás criaturas. Prodigarse amor unos a otros, para la alabanza del nombre de su Creador.

 

3.  UN DIA ESPECIAL HECHO PARA EL HOMBRE

 

"Y acabó Dios en el día séptimo su obra que hizo, y reposó el día séptimo de toda su obra que había hecho. Y bendijo Dios al día séptimo, y santificolo, porque en él reposó de toda su obra que había Dios criado y hecho." (Gén. 2: 2, 3)

 

Dios miró con satisfacción la obra de sus manos. Todo era perfecto, digno de su divino Autor; y él descansó, no como quien estuviera fatigado, sino satisfecho con los frutos de su sabiduría y bondad y con las manifestaciones de su gloria.

 

Después de descansar el séptimo día, Dios lo santificó; es decir, lo escogió y apartó como día de descanso para el hombre.

Siguiendo el ejemplo del Creador, el hombre había de reposar durante este sagrado día, para que, mientras contemplara los cielos y la tierra, pudiese reflexionar sobre la grandiosa obra de la creación de Dios; y para que, mientras mirara las evidencias de la sabiduría y bondad de Dios, su corazón se llenase de amor y reverencia hacia su Creador.

Al bendecir el séptimo día en el Edén, Dios estableció un  recordativo de su obra creadora. El sábado fue confiado y entregado a Adán, padre y representante de toda la familia humana. Su observancia había de ser un acto de agradecido reconocimiento de parte de todos los que habitasen la tierra, de que Dios era su Creador y su legítimo soberano, de que ellos eran la obra de sus manos y los súbditos de su autoridad. De esa manera la institución del sábado era enteramente conmemorativa, y fue dada para toda la humanidad. No había nada en ella que fuese obscuro o que limitase su observancia a un solo pueblo.

Dios vio que el sábado era esencial para el hombre, aun en el paraíso. Necesitaba dejar a un lado sus propios intereses y actividades durante un día de cada siete para poder contemplar más de lleno las obras de Dios y meditar en su poder y bondad. Necesitaba el sábado para que le recordase más vivamente la existencia de Dios, y para que despertase su gratitud hacia él, pues todo lo que disfrutaba y poseía procedía de la mano benéfica del Creador.

Dios quiere que el sábado dirija la mente de los hombres hacia la contemplación de las obras que él creó. La naturaleza habla a sus sentidos, declarándoles que hay un Dios viviente, Creador y supremo Soberano del universo.  La belleza que cubre la tierra es una demostración del amor de Dios. La podemos contemplar en las colinas eternas, en los corpulentos árboles, en los capullos que se abren y en las delicadas flores. Todas estas cosas nos hablan de Dios. El sábado, señalando siempre hacia el que lo creó todo, manda a los hombres que abran el gran libro de la naturaleza y escudriñen allí la sabiduría, el poder y el amor del Creador.

4.  El Libre Albedrío del Ser Humano

El ser humano creado por Dios, apareció en el mundo en el sexto día, fue creado como adulto, es decir; que Adán y Eva no tuvieron niñez. Al ser los primeros humanos necesitaban  instrucción de Dios mismo. Y su mente debía estar totalmente madura y preparada para recibir las enseñanzas que Dios les daría.

Eva fue creada de una costilla tomada del costado de Adán; este hecho significa que ella no debía dominarle como cabeza, ni tampoco debía ser humillada y hollada bajo sus plantas como un ser inferior, sino que más bien debía estar a su lado como su igual, para ser amada y protegida por él. Siendo parte del hombre, hueso de sus huesos y carne de su carne, era ella su segundo yo; y quedaba en evidencia la unión íntima y afectuosa que debía existir en esta relación.

La pareja fue consagrada en matrimonio, y obtuvieron de este modo, la responsabilidad de la procreación. Además, fueron instruidos en los asuntos cotidianos como el trabajo y el alimento. De Dios recibieron las instrucciones para relacionarse con las plantas y animales.

También Dios les explicó como debían relacionarse con los seres de  orden superior. Especialmente con Dios mismo a quien debían darle adoración y alabanza con exclusividad.

En este punto se les advirtió de la presencia de un ser sobrenatural que se había rebelado contra el gobierno de  Dios; y que los buscaría para crearles dudas acerca de la justicia y el amor de Dios. Que  el afán de ese enemigo era impedir que el ser humano adorara a Dios, que le obedeciera, pues deseaba robarse la atención del hombre para ser adorado y obedecido por el ser más especial que Dios había creado.

Dios les dijo que eran libres, que su voluntad no sería forzada a creer ciegamente en el buen carácter de Dios. Si ellos deseaban podrían comunicarse con el enemigo de Dios, pero si esto ocurría serían engañados y llevados a quebrantar los principios y el orden que Dios había establecido.

Nuestros primeros padres, a pesar de que fueron creados inocentes y santos, no fueron colocados fuera del alcance del  enemigo. Pero eso sí, en su sabiduría, Dios ideó una manera de proteger a los humanos del gran engañador, si Adán y Eva respetaban y obedecían a su Creador, nunca serían engañados.

Cuando el diablo mostró su intención de acercarse al planeta tierra, Dios, le presentó condiciones: No podría buscar a los humanos para hablar con ellos, sólo había un tema del cual podría hablarles. El árbol prohibido. Y sólo en ese árbol podría interactuar con ellos.

Pero a la primera pareja Dios le advirtió del peligro y a ambos les recomendó no acercarse al árbol para no ser tentados. No obstante   la única prohibición era “No comer” de su fruto.

 

EL ARBOL PROHIBIDO

 El árbol del conocimiento, que estaba cerca del árbol de la vida, en el centro del huerto, había de probar la obediencia, la fe y el amor de nuestros primeros padres. Aunque se les permitía comer libremente del fruto de todo otro árbol del huerto, se les prohibía comer de éste, si lo hacían, quedarían en manos del engañador y Dios tendría que poner en marcha el plan de salvación que incluía la experiencia de la muerte en el planeta.

Si el  hombre voluntariamente decía desobedecer la prohibición de Dios, estaría en manos del engañador quien podría, sin ninguna restricción, acercarse  y sembrarle en la mente deseos de prepotencia y complacencia del cuerpo. De este modo aparecería en la especie humana la codicia, la glotonería, la avaricia, la lujuria, el egoísmo, y el deseo de placer; todo esto llevaría al hombre a prácticas perjudiciales para la salud del cuerpo y  de la mente, y finalmente el hombre se autodestruiría, los desordenes le traerían enfermedades. La ley  de amor puesta en la mente de los seres humanos sería vulnerada y totalmente tergiversada. Los seres humanos comenzarían una lucha entre ellos por atesorar los recursos del planeta para demostrar  poder, y de este modo ser alabados y admirados. La desigualdad atraería todo clase de males,  y de violencia.

En la sencilla prohibición, estaba implicada toda la ley de Dios: Amar a Dios sobre todas las cosas, respetar su soberanía, su nombre, y su creación.  Fracasar en esta misión, era abrir las puertas a la idolatría, al homicidio, a la irreverencia, al falso testimonio, al irrespeto a los demás seres humanos y a las otras criaturas del planeta. El deseo de poder, de fama, de riquezas… haría que se profanara el día sagrado. Y la adoración a Dios sería trocada por la adulación de sí mismos con lo cual se estaría adorando a satanás.  La dignidad del ser humano se perdería en medio de su degradación.

Mientras permaneciesen leales a Dios, Adán y su compañera iban a ser los señores de la tierra. Recibieron dominio ilimitado sobre toda criatura viviente. El león y la oveja triscaban pacíficamente a su alrededor o se echaban junto a sus pies. Los felices pajarillos revoloteaban alrededor de ellos sin temor alguno; y cuando sus alegres trinos ascendían alabando a su Creador, Adán y Eva se unían a ellos en acción de gracias al Padre y al Hijo.

La santa pareja eran no sólo hijos bajo el cuidado paternal de Dios, sino también estudiantes que recibían instrucción del omnisciente Creador. Eran visitados por los ángeles, y se gozaban en la comunión directa con su Creador. Se sentían pletóricos del vigor que procedía del árbol de la vida y su poder intelectual era apenas un poco menor que el de los ángeles. Los misterios del universo visible, "las maravillas del Perfecto en sabiduría" (Job 37: 16), les suministraban una fuente inagotable de instrucción y placer. Las leyes y los procesos de la naturaleza, que han sido objeto del estudio de los hombres durante seis mil años, fueron puestos al alcance de sus mentes por el infinito Forjador y Sustentador de todo. Se entretenían con las hojas, las flores y los árboles, descubriendo en cada uno de ellos los secretos de su vida. Toda criatura viviente era familiar para Adán, desde el poderoso leviatán que juega entre las aguas hasta el más diminuto insecto que flota en el rayo del sol. A cada uno le había dado nombre y conocía su naturaleza y sus costumbres. La gloria de Dios en los cielos, los innumerables mundos en sus ordenados movimientos, "las diferencias de las nubes" (Job 37: 16), los misterios de la luz y del sonido, de la noche y el día, todo estaba al alcance de la comprensión de nuestros primeros padres.

Mientras permaneciesen fieles a la divina ley, su capacidad de saber, gozar y amar aumentaría continuamente. Constantemente obtendrían nuevos tesoros de sabiduría, descubriendo frescos manantiales de felicidad, y obteniendo un concepto cada vez más claro del inconmensurable e infalible amor de Dios.

Cuando el hombre salió de las manos de su Creador, era de elevada estatura y perfecta simetría. Su semblante llevaba el tinte rosado de la salud y brillaba con la luz y el regocijo de la vida. La estatura de Adán era mucho mayor que la de los hombres que habitan la tierra en la actualidad. Eva era algo más baja de estatura que Adán; no obstante, su forma era noble y plena de belleza. La inmaculada pareja no llevaba vestiduras artificiales. Estaban rodeados de una envoltura de luz y gloria, como la que rodea a los ángeles. Mientras vivieron obedeciendo a Dios, este atavío de luz continuó revistiéndolos.

EL  PECADO  DE  EVA

Satanás tomó la forma de una serpiente y entró en el Edén. Esta era una hermosa criatura alada, y mientras volaba su aspecto era resplandeciente, semejante al oro bruñido. No se arrastraba por el suelo sino que se trasladaba por los aires de lugar en lugar, y comía fruta como el hombre. Satanás se posesionó de la serpiente, se ubicó en el árbol del conocimiento y comenzó a comer de su fruto con despreocupación.

Eva, en un primer momento sin darse cuenta, se separó de su esposo, absorbida por sus ocupaciones. Cuando se percató del hecho, tuvo la sensación de que estaba en peligro, pero nuevamente se sintió segura, aunque no estuviera cerca de su esposo. Creía tener sabiduría y fortaleza para reconocer el mal y enfrentarlo. Los ángeles le habían advertido que no lo hiciera. Eva se encontró contemplando el fruto del árbol prohibido con una mezcla de curiosidad y admiración. Vio que el árbol era agradable y razonaba consigo misma acerca de por qué Dios habría prohibido tan decididamente que comieran de su fruto o lo tocaran. Esa era la oportunidad de Satanás. Se dirigió a ella como si fuese capaz de adivinar sus pensamientos: "¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?" Así, con palabras suaves y agradables, y con voz melodiosa, se dirigió a la maravillada Eva, que se sintió sorprendida al verificar que la serpiente hablaba. Esta alabó la belleza y el extraordinario encanto de Eva, lo que no le resultó desagradable. Pero estaba sorprendida, porque sabía que Dios no había conferido a la serpiente la facultad de hablar.

La curiosidad de Eva se había despertado. En vez de huir de ese lugar, se quedó allí para escuchar hablar a la serpiente. No cruzó por su mente la posibilidad de que el enemigo caído utilizara a ésta como un médium. Era Satanás quien hablaba, no la serpiente. Eva estaba encantada, halagada, infatuada. Si se hubiera encontrado con un personaje imponente, que hubiera tenido la forma de los ángeles y se les pareciera, se habría puesto en guardia. Pero esa voz extraña debiera haberla conducido al lado de su esposo para preguntarle por qué otro ser podía dirigirse a ella tan libremente. En cambio, se puso a discutir con la serpiente. Le respondió: "Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis". La serpiente contestó: "No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal".

Satanás quería introducir la idea de que al comer del árbol prohibido recibirían una nueva clase de conocimiento más noble que el que habían alcanzado hasta entonces. Esa ha sido su especial tarea, con gran éxito, desde su caída: inducir a los hombres a espiar los secretos del Todopoderoso y a no quedarse insatisfechos con lo que Dios ha revelado, y a no obedecer, cuidadosamente lo que él ha ordenado. Pretende inducirlos, además, a desobedecer los mandamientos de Dios, para hacerles creer que se están introduciendo en un maravilloso campo de conocimiento.

No era la voluntad de Dios que esa inocente pareja tuviera el menor conocimiento del mal. Les había otorgado el bien con generosidad, y les había evitado el mal. Eva creyó que las palabras de la serpiente eran sabias, y escuchó la audaz aseveración: "No moriréis, sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal". Con esto Satanás presentó a Dios como mentiroso. Insinuó con osadía que Dios los había engañado para evitar que alcanzaran una altura de conocimiento igual a la suya. Dios dijo: "Si coméis, moriréis". La serpiente dijo: "Si coméis, no moriréis".

El tentador aseguró a Eva que tan pronto como comiera del fruto recibiría un conocimiento nuevo y superior que la igualaría a Dios. Llamó la atención de ella a sí mismo. Comió a su gusto del fruto del árbol, y descubrió que no sólo era inofensivo, sino además delicioso y estimulante, y le dijo que por causa de sus maravillosas propiedades para impartir sabiduría y poder Dios les había prohibido que lo comieran o aun lo tocaran, porque conocía sus maravillosas cualidades. Afirmó que por comer del fruto del árbol prohibido había adquirido la capacidad de hablar. Insinuó que Dios no cumpliría su palabra, que era sólo una amenaza para intimidarlos e impedirles lograr un gran beneficio. Además le dijo que no morirían. ¿No habían comido acaso del árbol de la vida que perpetuaba la inmortalidad? Le dijo seguidamente que Dios los estaba engañando para impedirles alcanzar un nivel de felicidad más elevado y un gozo más excelso. El tentador arrancó el fruto y se lo alcanzó a Eva. Ella lo tomó. "Ahora bien -dijo el tentador-, se les había prohibido hasta que lo tocaran, porque morirían". Le dijo entonces que no experimentaría más daño o muerte al comer el fruto que al tocarlo o sostenerlo entre las manos. Eva se envalentonó al no sentir las señales inmediatas del desagrado de Dios. Le pareció que las palabras del tentador eran sabias y correctas. Comió, y se sintió deleitada con el fruto. Su sabor le resultó delicioso, y se imaginó que estaba experimentando en sí misma sus maravillosos efectos.

Eva se transforma en tentadora

Tomó entonces del fruto y comió, e imaginó que sentía el poder vivificante de una nueva y elevada existencia como resultado de la influencia estimulante del fruto prohibido. Se encontraba en un estado de excitación extraña y antinatural cuando buscó a su esposo con las manos llenas del fruto prohibido. Le habló acerca del sabio discurso de la serpiente y manifestó su deseo de llevarlo inmediatamente junto al árbol del conocimiento. Le dijo que había comido del fruto, y que en lugar de experimentar una sensación de muerte, sentía una influencia estimulante y placentera. Tan pronto como Eva desobedeció se transformó en un medio poderoso para ocasionar la caída de su esposo.

La tristeza se insinuaba en el rostro de Adán. Parecía temeroso y atónito. Al parecer, había una lucha en su mente. Le dijo a Eva que estaba casi seguro de que se trataba del enemigo contra el cual se los había advertido, y que de ser así, ella debía morir. La mujer le aseguró que no sentía efectos dañinos sino una influencia placentera, e insistió en que él comiera.

Adán comprendió perfectamente que su compañera había transgredido la única prohibición que se les había hecho como prueba de su fidelidad y su amor. Eva argumentó que la serpiente había dicho que no morirían, y sus palabras debían ser verdaderas, porque no sentía señales del desagrado de Dios, sino una influencia placentera, como la que experimentaban los ángeles, según ella lo imaginaba.

Adán lamentó que Eva se hubiera apartado de su lado, pero ya todo estaba hecho. Debía separarse de aquella cuya compañía tanto amaba. ¿Cómo podía permitirlo? Su amor por Eva era intenso. Y totalmente desanimado resolvió compartir su suerte. Razonaba que Eva era parte de sí mismo, y si ella debía morir, moriría con ella, porque no podía soportar el pensamiento de separarse de ella. Le faltaba fe en su misericordioso y benevolente Creador. No se le ocurrió que Dios, que lo había creado del polvo de la tierra para hacer de él un ser viviente y hermoso, y había creado a Eva para que fuera su compañera, la podía remplazar. Después de todo, ¿no podrían acaso ser correctas las palabras de esa sabia serpiente? Allí estaba Eva ante él, tan encantadora y tan hermosa, y aparentemente tan inocente como antes de desobedecer. Manifestaba mayor amor por él que antes de su desobediencia, como consecuencia del fruto que había comido. No vio en ella señales de muerte. Eva le había hablado de la feliz influencia del fruto, de su ardiente amor por él, y decidió afrontar las consecuencias. Tomó el fruto y lo comió rápidamente, y al igual que Eva no sintió inmediatamente sus efectos perjudiciales.

Ambos comieron, y la gran sabiduría que obtuvieron fue el conocimiento del pecado y un sentimiento de culpa. El manto de luz que los envolvía pronto desapareció, y presas del sentimiento de culpa y de haber perdido la protección divina, un temblor se apoderó de ellos y trataron de cubrir sus cuerpos desnudos.

Nuestros primeros padres decidieron creer las palabras de una serpiente, que no les había dado prueba alguna de su amor. No había hecho nada por su felicidad y su beneficio, mientras Dios les había dado todo lo que era bueno para comer y agradable a la vista. Doquiera descansaba la mirada había abundancia y belleza; sin embargo, Eva fue engañada por la serpiente, y llegó a pensar que se les había ocultado algo que podía hacerlos tan sabios como Dios mismo. En vez de creer en Dios y confiar en él, rechazó mezquinamente su bondad y aceptó las palabras de Satanás.

 

ACTIVIDAD 61-2

“El Pecado y sus Consecuencias”

Lee el capítulo 3 del libro de Génesis y responde:

1.    ¿Cómo respondió Adán a Dios cuando se le reclamó por su pecado?

2.    ¿Cuál fue la excusa de Eva ante las explicaciones que Dios le exigía por haber comido del fruto prohibido?

3.    ¿Qué consecuencia le sobrevino a la serpiente?

4.    ¿Qué consecuencias debía afrontar de allí en adelante todas las mujeres?

5.    ¿Cuáles fueron las decisiones que tomó Dios ante el pecado de Adán, que condiciones sobrellevarían los varones en el planeta tierra?

LAS CONSECUENCIAS  DEL PECADO

Las noticias de la caída del hombre se difundieron por el cielo. Todas las arpas enmudecieron. Los ángeles depusieron con tristeza sus coronas. Todo el cielo estaba conmovido. Los ángeles se sentían apenados por la vil ingratitud del hombre en respuesta a las riquezas con que Dios lo había provisto.

El Señor visitó a Adán y Eva y les dio a conocer las consecuencias de su desobediencia. Cuando se percataron de la presencia majestuosa de Dios trataron de esconderse de su vista, de la que antes se deleitaban, cuando gozaban de inocencia y santidad.

 "Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él le respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?" El Señor no formuló esa pregunta porque necesitaba información, sino para tratar de convencer a la pareja culpable de su error. ¿Qué te infundió vergüenza y temor?

La maldición

Así como la serpiente había sido exaltada por encima de todas las bestias del campo, sería degradada por debajo de todas ellas, y sería odiada por el hombre, por cuanto había sido el medio por el cual había actuado Satanás.

Dios maldijo la tierra por causa del pecado cometido por Adán y Eva al comer del árbol del conocimiento, y declaró: "Con dolor comerás de ella todos los días de tu vida". El Señor les había proporcionado lo bueno y les había evitado el mal. Entonces les declaró que comerían de él, es decir, estarían en contacto con el mal todos los días de su vida.

De allí en adelante el género humano sería afligido por las tentaciones de Satanás. Se asignó a Adán una vida de constantes fatigas y ansiedades, en lugar de las labores alegres y felices de que habían gozado hasta entonces. Estarían sujetos al desaliento, la tristeza y el dolor, y finalmente desaparecerían. Habían sido hechos del polvo de la tierra, y al polvo debían retornar.

Se les informó que debían salir de su hogar edénico. Habían cedido ante los engaños de Satanás y habían creído sus afirmaciones de que Dios mentía. Mediante su transgresión habían abierto la puerta para que Satanás tuviera fácil acceso a ellos, y ya no era seguro que permanecieran en el Jardín del Edén, no fuera que en su condición pecaminosa tuvieran acceso al árbol de la vida y perpetuaran así una vida de pecado. Suplicaron que se les permitiera quedar, aunque reconocían que habían perdido todo derecho al bendito Edén. Prometieron que en lo futuro obedecerían a Dios perfectamente. Se les informó que al caer de la inocencia a la culpa no se habían fortalecido, sino por el contrario se habían debilitado enormemente. No habían preservado su integridad cuando gozaban de un estado de santa y feliz inocencia, mucho menos tendrían fortaleza para permanecer leales y fieles en un estado de culpa consciente. Se llenaron de profunda angustia y remordimiento. Comprendieron entonces que el castigo del pecado es la muerte.

UNIDAD  2

EL  ORIGEN  DEL  DOLOR

¿Cómo y cuándo empezó todo el mal que vemos hoy?

Debes saber que el fracaso de Adán y Eva al comer del árbol prohibido le abrió, al “enemigo de Dios”; es decir al diablo,  la posibilidad de inducir a los seres humanos a pensar y actuar según la malignidad que él mismo ya poseía. 

Te preguntarás ¿Quién es este enemigo? ¿Por qué fue creado? ¿Cuándo? ¿Acaso Dios no lo puede controlar?

Para entender el razonamiento de este asunto es necesario saber la historia desde el comienzo mismo cuando la familia que compone a “Dios” vivía  en el único, glorioso, y espacioso  trono, al que hoy llamamos tercer cielo. Por eso antes de saber quién es el diablo, necesitamos comprender quién es Dios.

¿Quién es Dios?

Dios es una familia de tres seres omnipotentes, omniscientes, y omnipresentes. Siempre han existido, son eternos. No han carecido jamás de la perfecta felicidad, y de sus atributos de máxima perfección. Ellos son Amor.

El amor perfecto y puro es la esencia del carácter divino, y de este amor fluyen la bondad, la misericordia, y por supuesto; el “odio al mal”.

Es el  odio al mal  lo que a Dios le hacía retardar su comienzo de la labor creadora. Pues Dios  sabía que sería doloroso para sus criaturas experimentar la malignidad. Dios mismo se estremece de dolor al contemplarla.

Pero era inevitable que los seres creados conociesen la realidad del mal, sólo mediante este conocimiento se puede llegar a comprender el inefable amor de Dios. Y sólo al contrastar la maldad con la gran bondad que emana de Dios, se le puede brindar obediencia y amor perfectos.

El precio de dicho conocimiento es indecible e incomprensible para la mente humana. Muchas criaturas, en todos los rangos de la creación no vivirían para siempre, la maldad los habría de  envolver hasta hacer de ellos seres incapaces de vivir en santidad, obediencia y amor. No obstante sus vidas serían útiles en el sentido de que servirían como ejemplo a las demás criaturas de lo que es el pecado y la malignidad que entraña; Contemplando el misterio de la iniquidad, los seres santos se horrorizarían. Así que la vida degradada de los perdidos ha de servir para que nunca alguien, de entre los seres inmaculados, y de entre los victoriosos, desee, ni al menos, pensar en hacer lo malo cuando Dios le ponga fin a la terrible maldad. El conocimiento de la malignidad sería la única obra que garantizaría la seguridad eterna de las criaturas de Dios.

¿Qué es la malignidad, y como se originó?

En un momento dado de la eternidad, Dios inició su creación, este momento se conoce como “el principio”. Cuando Dios creó el espacio, al que llamaremos “segundo cielo”. Allí puso millares de estrellas, para iluminar innumerables mundos.  Uno de esos mundos lo separó, lo ubicó fuera del alcance de la   luminosidad de las miles de galaxias del universo (Cosmos), este mundo quedó en tinieblas, desolado y sin vida. Pero Dios tenía un plan maravilloso al respecto. Crear la vida en este planeta al final, para hacer allí la criatura más extraordinaria de todas.

Mientras este planeta final estaba en el abismo, Dios creó la vida en los otros planetas. Los llenó de criaturas de toda índole según su voluntad. Dios creó ángeles, y serafines, seres con unas capacidades especiales para servir en todo el universo.

Y por último para completar la creación de los seres superiores, Dios creó a Lucifer un querubín al que encargaría de dirigir a los ángeles.   Dotado de cualidades superiores a  las demás criaturas, Lucifer era el ser más expuesto al pecado, es decir; a tratar de vivir separadamente de Dios. Su alto cargo le podría hacer pensar que él debía ser honrado y adorado.

Este momento de altivez  llegó pronto. Dios se reunía para tomar decisiones en cuanto a la creación en el último mundo, llegaba la hora de organizar la tierra, de llenarla de hermosura y hacerla partícipe del universo de Dios. Lucifer vio en estas reuniones la oportunidad de estar a la misma altura de dignidad que Dios poseía, y pidió ser invitado a las sesiones de planeación; pensó en él, en que podía tener muy buenas ideas. Pero… ¿Qué sabía él acerca de crear, de dar vida? El único que tiene tal poder es Dios.

Y las tres personas que componen la deidad, en la intimidad de su existencia, se pondrían en la tarea de  ingeniar  para traer a la existencia a las criaturas de nuestro mundo. Ellos son los únicos capaces de establecer como una criatura puede vivir y ser feliz.  

Lucifer se engañó a sí mismo:

En el trono de Dios se decidían los asuntos de la vida terrenal. Lucifer, entusiasmado, no dudaba de que fuera tomado en cuenta para ser partícipe como creador; esta certeza provenía de un razonamiento infundado en la falta de información. Él no sabía que adolecía de  poder para crear la vida, y tampoco estaba consciente  de cuan superior a él mismo, era el Arcángel, uno de los individuos a quien veía entrar  en los consejos de Dios.   Se   imaginaba   que   Aquel   a   quien    veía a menudo entre los ángeles era de menor rango que Dios.

¿Qué es un Arcángel?

Es difícil explicarnos con certeza la naturaleza de los arcángeles, pero se debe asumir que su condición de ángeles Supremos indica que están a la altura de la divinidad, es decir que son iguales a Dios.  Esto se deduce del nombre de un arcángel llamado Miguel, cuyo nombre significa “Quien es como Dios”. Y en este contexto se deduce que un Arcángel es uno de los seres divinos asumiendo el rol de un ángel, y trasformado en un cuerpo de ángel, algo así como lo que hace Dios cuando se presenta en forma de Hombre.

Lo anterior demuestra la humildad de Dios, que dejando de lado su presencia majestuosa, no tiene inconveniente en presentarse en una forma angelical o, inclusive, humana.

Este aspecto sencillo, fue lo que hizo que Lucifer lo subestimara; que al comparar el aspecto sencillo de Miguel con su propio esplendor se aventuró a creer que podía tener los mismos privilegios.  Ignorando que sus especificaciones biológicas y mentales no calificaban para  asumir la tarea de la creación.

Por su parte Miguel, por respeto a las mismas criaturas, nunca dio explicaciones de su superioridad. Sería una descortesía, y un acto de engreimiento declarar lo que ya los ángeles sabían por simple lógica.  Miguel siempre había estado a la diestra del Padre, y su amor y sabiduría había sido demostrado más allá de toda duda.

¿Cómo es que Lucifer se convierte en diablo?

Lucifer era un ángel honrado y excelso, cuyo honor seguía al del Arcángel. Su semblante, así como el de los demás ángeles, era apacible y denotaba felicidad. Su frente alta y espaciosa indicaba su poderosa inteligencia. Su forma era perfecta; su porte Noble y majestuoso. Una luz especial resplandecía sobre su rostro y brillaba a su alrededor con más fulgor y hermosura que en los demás ángeles. El Arcángel Miguel era su consejero, y Lucifer conocía su infinita sabiduría y la supremacía que tenía sobre todas las criaturas, pero se entusiasmó pensando en que solo necesitaba un poco más de preparación para ser exaltado al puesto de Miguel si se le daba la oportunidad de demostrar mayor creatividad.  Así nació en él un sentimiento de envidia, y de codicia.  Ignoraba que su poder era limitado, y no podría llegar jamás a ser semejante a Dios, no era un asunto de preparación, sino de esencia, y al pedir un puesto mayor le fue negado, pero no porque Dios fuera egoísta, sino porque quería impedir que Lucifer se decepcionara de sí mismo y fuera infeliz. Lucifer por este rechazo tuvo un sentimiento de venganza y se decidió tomar gradualmente la autoridad que le correspondía sólo a Aquel que era uno con Dios, y el único Arcángel, el mismo que más tarde llegaría a este mundo como Cristo.

Los seres Supremos no ignoraban la deslealtad de Lucifer, esperaron un buen tiempo para saber si se arrepentiría, lo cual nunca ocurriró, entonces  decidieron dejar en claro, en presencia de todos los ángeles, la dignidad del Arcángel.

Con la multitud celestial de santos ángeles reunida a su alrededor, El Padre con su Arcángel a su lado declaró que Miguel era su misma presencia, dondequiera estuviera, y en la forma que estuviera, tenía si misma dignidad. Su presencia debería reverenciarse tanto como la del Padre. A él se le había encargado de obrar el proyecto de creación de la tierra y de todo ser viviente que habría de existir en ella.

Dios ordenó a todos adorar a Miguel, Lucifer tenía celos, no obstante, cuando todos los ángeles se inclinaron ante él para reconocer su autoridad y derecho de gobernar, se inclinó con ellos, pero su corazón estaba lleno de odio. El Arcángel formaba parte del consejo especial de Dios para considerar sus planes, mientras que él los desconocía. Temía ahora que los ángeles no lo prefiriesen como antes, entonces aspiró a llegar a la altura de Dios mismo. Se glorificaba en su propia exaltación. ¿No eran sus vestiduras brillantes y hermosas? ¿Por qué había que honrar a Miguel más que a él?

Salió de la presencia del Padre descontento y congregó a las huestes angélicas, disimulando sus verdaderos propósitos, y les presentó su tema, que era él mismo. Como quien ha sido agraviado, se refirió a la preferencia que Dios había manifestado hacia Miguel postergándolo a él. Les dijo que de allí en adelante toda la dulce libertad de que habían disfrutado los ángeles llegaría a su fin. ¿Acaso no se les había  puesto un gobernador, a quien de allí en adelante debían tributar honor servil? Les declaró que él los había congregado para asegurarles que no soportaría más esa invasión de sus derechos y los de ellos: que nunca más se inclinaría ante Miguel; y sería el caudillo de todos los que estuvieran dispuestos a seguirlo y a obedecer su voz.

Hubo discusión entre los ángeles. Muchos se sentían infelices porque no podían indagar la inescrutable sabiduría del Arcángel, ni comprender la naturaleza de la esencia divina compartida.

La gran mayoría de los ángeles, aunque no entendieran todos los aspectos del carácter de Dios decidieron ser leales y trataron de persuadir al poderoso querubín rebelde. Vieron Justicia en el acto de Dios al honrar a Cristo, y con poderosos argumentos trataron de convencer a Lucifer de que no tenía entonces menos honra que la que había tenido antes. Le mostraron claramente que Miguel era de la esencia de Dios, que existía con él antes que los ángeles fueran creados, y que siempre había estado a la diestra del Padre, sin que su tierna y amorosa autoridad hubiese sido puesta en tela de juicio hasta ese momento; y que no había dado orden alguna que no fuera ejecutada con gozo por la hueste angélica. Los ángeles lloraron. Ansiosamente intentaron convencerlo de que renunciara a su propósito malvado para someterse a su Creador, pues todo había sido hasta entonces paz y armonía, y  ¿qué era lo que podía incitar esa voz rebelde y disidente?

Lucifer no quiso escucharlos. Se apartó entonces de los ángeles leales acusándolos de servilismo.

Ante la astucia de Lucifer, muchísimos ángeles lo aceptaron como su dirigente y comandante en jefe; y él  se vanaglorió de que con el tiempo podría llegar a tener a todos los ángeles de su lado. Los ángeles leales le advirtieron nuevamente y le aseguraron cuáles serían las consecuencias si persistía, pues el que había creado a los ángeles tenía poder para despojarlos de toda autoridad, o incluso dejarlos sin vida. Le aconsejaron a él y a cuantos habían caído bajo su influencia que volvieran a Dios y confesaran el error de haber permitido siquiera el pensamiento de objetar su autoridad.

TALLER N° 62-1

“GUERRA EN EL CIELO”

 

1.   Busca en las Santas Escrituras: Apocalipsis 12: 7-9. Y escribe en tu cuaderno esa narración, y  responde las siguientes preguntas:

a.    ¿Qué grupos peleaban en el cielo?

b.    ¿Quiénes ganaron esta guerra?

c.    ¿Qué ocurrió con el grupo perdedor?

 

2.   Para una comprensión más profunda  de estos hechos, ingresa a la página Web: www.santiagogonzalez.webnode.es y lee el documento de Apoyo titulado “Guerra en el Cielo” y escríbelo en el cuaderno, además responde las siguientes preguntas:

a.    Según las palabras de Lucifer: ¿Qué es ir demasiado lejos?

b.    ¿Cómo hizo Dios para que no quedara ningún ángel  rebelde  en los cielos?

c.    ¿Cómo trató Lucifer de convencer a Dios de no dar lugar a una guerra?

d.    ¿cómo quedó el cielo después de la guerra? 

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Después de que Lucifer fue expulsado del cielo con sus ángeles, Dios le cambió el nombre por “satanás”, palabra que significa “rebelde”. Todo volvió a ser pacífico y armonioso como antes.

Los ángeles leales a Dios nunca más cuestionaron la justicia y la sabia conducción de Dios en su gobierno. 

LA TIERRA UN ESCENARIO DE CONFLICTO

La rebelión el cielo había sido causada por el interés de Lucifer de participar en la creación de los seres vivos que habitarían al planeta tierra, algo que era imposible para él. Esa rebelión hizo retardar el proceso de organizar este último planeta, pero una vez se le dio solución al problema en los cielos, Dios se propuso continuar su última creación. No obstante debía dejar a los ángeles rebeldes en el nuevo planeta para garantizar que el hombre, como ser racional, también pudiera elegir ser leal a Dios voluntariamente.

El ser humano sería probado así como lo fueron los ángeles de los cielos. El Padre consultó con el Hijo con respecto a la ejecución inmediata de su propósito de crear al hombre para que habitara la tierra. Lo sometería a prueba para verificar su lealtad antes que se lo pudiera considerar eternamente fuera de peligro. Si pasaba la prueba, al rebelde querubín se le daría su final sin que tuviera oportunidad de causar daño a la tierra y a las amadas criaturas de Dios, pero si el ser humano se aliaba con él, el planeta quedaría bajo el poder del maligno.

EL SER HUMANO Y LAS PEQUEÑAS PRUEBAS

Fue entonces cuando Dios decidió prohibirles a Adán y Eva que comieran del fruto de un árbol delicioso. Era una pequeña prueba, dado que podían comer de los demás árboles que Dios había creado, incluyendo el fruto del árbol de la vida, el que tiene componentes que sirven para prolongar la vida, pues contiene sustancias con poderes para regenerar todos los tejidos del ser humano a tal punto que sus células no se envejecen cuando se comen permanentemente. Esta poderosa alimentación sirvió a nuestros primeros padres para vivir cientos de años, aún después de que dejaron de comerla cuando pecaron, y aún sus hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y muchas generaciones  gozaron de larga vida, pues en los genes de Adán se trasmitieron grandes poderes medicinales.

Pero, lo cierto es que el ser humano fue probado en un pequeño detalle, y fracasó en la prueba. 

De ahí en adelante Dios tendría que poner en marcha su plan de salvación, toda su sabiduría para socorrer al hombre quién quedaba en peligro permanente de ser tentado a llevar una vida de malignidad. Cada ser humano que nacería en este planeta, sería probado también en pequeños detalles, y cada cual demostraría en su vida, si podría servir a Dios obedientemente. 

El plan de salvación incluía impedirle al hombre comer de los   nutrientes que podían darle permanente juventud.

El plan de salvación incluía impedirle al hombre comer de los   nutrientes que podían darle permanente juventud. De este modo la especie humana no podría vivir para siempre, pues el cuerpo humano, sin estos nutrientes del árbol de la vida, con el tiempo se debilitaría hasta morir. El primer propósito de Dios al quitar de nuestra dieta semejante alimento, era impedir que los seres humanos malignos pudieran hacer mal indefinidamente, y la segunda, es que la muerte fuera un modo de enseñarle al hombre que sin obedecer a Dios no hay eternidad.

Dios mismo se acercó al hombre para decirle que no lo abandonaría, lo amaba y le proveería una manera de resistir las argucias del diablo, lo que lo conduciría a amar a Dios y a volver a la santidad que tuvo antes de su pecado. Y al final del conflicto regresaría al edén a comer de nuevo del magnífico árbol de la vida.

LA SALVACION ANUNCIADA AL HOMBRE

La indicación que el hombre tuvo acerca de su redención la oyó en la sentencia pronunciada contra Satanás; en el huerto. El Señor declaró: "Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar." (Gén. 3: 15.) Esta sentencia, pronunciada en presencia de nuestros primeros padres, fue una promesa para ellos. Mientras predecía la lucha entre el hombre y Satanás, declaraba que el poder del gran adversario sería finalmente destruido. Adán y Eva estaban como criminales ante el justo Juez, y aguardaban la sentencia que merecía su transgresión; pero antes de oír hablar de la vida de trabajo y angustia que sería su destino, o del decreto que determinaba que volverían al polvo, escucharon palabras que no podían menos que infundirles esperanza. Aunque habrían de padecer por efecto del poder de su gran enemigo, podrían esperar una victoria final.

 Cuando Satanás se dio cuenta de que su obra de depravación de la naturaleza humana seria interrumpida; que de alguna manera el hombre seria capacitado para resistir su poder se mostró preocupado. Sin embargo, cuando el plan de redención se dio a conocer, Satanás se regocijó con sus ángeles al pensar que por haber causado la caída del hombre, podía ahora hacer descender al Hijo de Dios de su elevada posición. Satanás declaró que hasta la fecha sus planes habían tenido éxito en la tierra, y que cuando Miguel tomase la naturaleza humana, lo podría vencer, y así se evitaría la redención de la raza caída.

Los ángeles celestiales explicaron más completamente a nuestros primeros padres el plan que había sido concebido para su redención. Se les aseguró que Miguel, el Hijo de Dios pagaría con su propia vida, la transgresión de ellos. Se les otorgaría un tiempo de gracia y, mediante el arrepentimiento y la fe en Miguel, podrían llegar a ser de nuevo hijos de Dios.

Para recordarles que Miguel vendría a este mundo a morir por el pecado de todos los hombres, Dios ordenó que cada ser humano sacrificara cada cierto tiempo, un cordero. Si vivían con fe, Dios no se olvidaría de ellos ni aún en la misma muerte. Dios les daría de nuevo la vida.

La vida del hombre seria acortada por su propio pecado; disminuirían su estatura y resistencia física, así como su poder intelectual y moral, hasta que el mundo se llenase de toda clase de miserias.

Para Adán el ofrecimiento del primer sacrificio fue una ceremonia muy dolorosa. Tuvo que alzar la mano para quitar una vida que sólo Dios podía dar. Por primera vez iba a presenciar la muerte, y sabía que si hubiese sido obediente a Dios no la habrían conocido el hombre ni las bestias. Mientras mataba a la inocente víctima temblaba al pensar que su pecado haría derramar la sangre del Cordero inmaculado de Dios.

REFLEXION FINAL

Durante 4000 años la religión verdadera consistió en una obediencia de parte del hombre a los preceptos de Dios, preceptos que señalan lo que espera Dios de las criaturas con uso de razón, además al relacionarse con Dios de manera afectuosa, el amor elimina la maldad que el diablo quiere sembrar en la mente humana, el amor nos hace obedientes; y esta obediencia acompañada de los sacrificios rituales que prefiguraban la muerte de Cristo, fueron la base de una verdadera relación con Dios.  Pero cuando Cristo murió, no se requería ya de sacrificios de animales, su muerte no tenía que ser ejemplificada, su amor fue demostrado en forma real, y este amor manifestado en la cruz debe llenar de una inmensa gratitud a todo aquel que desea volver a los brazos de Dios. La verdadera religión consiste, entonces, en amar a Dios, un amor manifestado en la obediencia a su ley registrada en las sagradas escrituras.

Si se hubiera podido cambiar la ley, el hombre habría sido salvado sin necesidad del sacrificio del Mesías; pero el hecho de que fuese necesario que Miguel diera su vida por la raza caída prueba que la ley de Dios no exonerará al pecador de sus demandas. Está demostrado que la paga del pecado es la muerte. Cuando murió Cristo, quedó asegurada la destrucción de Satanás. Pero si la ley hubiera sido abolida en la cruz, como muchos aseveran, entonces el amado Hijo de Dios hubiera sufrido la agonía y la muerte sólo para dar a Satanás lo que pedía; entonces el príncipe del mal habría triunfado; y sus acusaciones contra el gobierno divino hubieran quedado probadas. Pero el mismo hecho de que Cristo sufrió la pena de la transgresión del hombre, es para todos los seres creados un poderoso argumento en prueba de que la ley es inmutable; que Dios es justo, misericordioso y abnegado; y que la justicia y la misericordia más infinitas se entrelazan en la administración de su gobierno.  

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LOGROS 

  • 1.  Enfocar desde el pensamiento crítico, el dilema humano de su origen, para comunicar la idea de la divinidad como fundamento de la dignidad humana.

    2. Comprender la naturaleza del ser humano como integral; argumentando cómo las dimensiones: corporal, mental y espiritual, se unen en un prospecto de trascendencia, asumiendo la dignidad humana en un marco de igualdad sin lugar a discriminación alguna.  

  • 3.  Conocer el debate sobre el origen de la vida y el enfoque de diversas religiones; que lo conciben como imagen y semejanza de Dios, analizando concepciones y situaciones  que atentan contra la dignidad, para defender los principios que favorecen los derechos humanos.

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