EL ENEMIGO DE DIOS
¿Por qué fue creado? ¿Cuándo? ¿Acaso Dios no lo puede controlar?
Para entender el razonamiento de este asunto es necesario saber la historia desde el comienzo mismo cuando la familia que compone a “Dios” vivía en el único, glorioso, y espacioso trono, al que hoy llamamos tercer cielo. Por eso antes de saber quién es el diablo, necesitamos comprender quién es Dios.
¿Quién es Dios?
Dios es una familia de tres seres omnipotentes, omniscientes, y omnipresentes. Siempre han existido, son eternos. No han carecido jamás de la perfecta felicidad, y de sus atributos de máxima perfección. Ellos son Amor.
El amor perfecto y puro es la esencia del carácter divino, y de este amor fluyen la bondad, la misericordia, y por supuesto; el “odio al mal”.
Es el odio al mal lo que a Dios le hacía retardar su comienzo de la labor creadora. Pues Dios sabía que sería doloroso para sus criaturas experimentar la malignidad. Dios mismo se estremece de dolor al contemplarla Pero era inevitable que los seres creados conociesen la realidad del mal, sólo mediante este conocimiento se puede llegar a comprender el inefable amor de Dios. Y sólo al contrastar la maldad con la gran bondad que emana de Dios, se le puede brindar obediencia y amor perfectos.
El precio de dicho conocimiento es indecible e incomprensible para la mente humana. Muchas criaturas, en todos los rangos de la creación no vivirían para siempre, la maldad los habría de envolver hasta hacer de ellos seres incapaces de vivir en santidad, obediencia y amor. No obstante sus vidas serían útiles en el sentido de que servirían como ejemplo a las demás criaturas de lo que es el pecado y la malignidad que entraña; Contemplando el misterio de la iniquidad, los seres santos se horrorizarían. Así que la vida degradada de los perdidos ha de servir para que nunca alguien, de entre los seres inmaculados, y de entre los victoriosos, desee, ni al menos, pensar en hacer lo malo cuando Dios le ponga fin a la terrible maldad. El conocimiento de la malignidad sería la única obra que garantizaría la seguridad eterna de las criaturas de Dios.
¿Qué es la malignidad, y como se originó?
En un momento dado de la eternidad, Dios inició su creación, este momento se conoce como “el principio”. Cuando Dios creó el espacio, al que llamaremos “segundo cielo”. Allí puso millares de estrellas, para iluminar innumerables mundos. Uno de esos mundos lo separó, lo ubicó fuera del alcance de la luminosidad de las miles de galaxias del universo (Cosmos), este mundo quedó en tinieblas, desolado y sin vida. Pero Dios tenía un plan maravilloso al respecto. Crear la vida en este planeta al final, para hacer allí la criatura más extraordinaria de todas.
Mientras este planeta final estaba en el abismo, Dios creó la vida en los otros planetas. Los llenó de criaturas de toda índole según su voluntad. Dios creó ángeles, y serafines, seres con unas capacidades especiales para servir en todo el universo.
Y por último para completar la creación de los seres superiores, Dios creó a Lucifer un querubín al que encargaría de dirigir a los ángeles. Dotado de cualidades superiores a las demás criaturas, Lucifer era el ser más expuesto al pecado, es decir; a tratar de vivir separadamente de Dios. Su alto cargo le podría hacer pensar que él debía ser honrado y adorado.
Este momento de altivez llegó pronto. Dios se reunía para tomar decisiones en cuanto a la creación en el último mundo, llegaba la hora de organizar la tierra, de llenarla de hermosura y hacerla partícipe del universo de Dios. Lucifer vio en estas reuniones la oportunidad de estar a la misma altura de dignidad que Dios poseía, y pidió ser invitado a las sesiones de planeación; pensó en él, en que podía tener muy buenas ideas. Pero… ¿Qué sabía él acerca de crear, de dar vida? El único que tiene tal poder es Dios.
Y las tres personas que componen la deidad, en la intimidad de su existencia, se pondrían en la tarea de ingeniar para traer a la existencia a las criaturas de nuestro mundo. Ellos son los únicos capaces de establecer como una criatura puede vivir y ser feliz.
Lucifer se engañó a sí mismo:
En el trono de Dios se decidían los asuntos de la vida terrenal. Lucifer, entusiasmado, no dudaba de que fuera tomado en cuenta para ser partícipe como creador; esta certeza provenía de un razonamiento infundado en la falta de información. Él no sabía que adolecía de poder para crear la vida, y tampoco estaba consciente de cuan superior a él mismo, era el Arcángel, uno de los individuos a quien veía entrar en los consejos de Dios. Se imaginaba que Aquel a quien veía a menudo entre los ángeles era de menor rango que Dios.
¿Qué es un Arcángel?
Es difícil explicarnos con certeza la naturaleza de los arcángeles, pero se debe asumir que su condición de ángeles Supremos indica que están a la altura de la divinidad, es decir que son iguales a Dios. Esto se deduce del nombre de un arcángel llamado Miguel, cuyo nombre significa “Quien es como Dios”. Y en este contexto se deduce que un Arcángel es uno de los seres divinos asumiendo el rol de un ángel, y trasformado en un cuerpo de ángel, algo así como lo que hace Dios cuando se presenta en forma de Hombre.
Lo anterior demuestra la humildad de Dios, que dejando de lado su presencia majestuosa, no tiene inconveniente en presentarse en una forma angelical o, inclusive, humana
Este aspecto sencillo, fue lo que hizo que Lucifer lo subestimara; que al comparar el aspecto sencillo de Miguel con su propio esplendor se aventuró a creer que podía tener los mismos privilegios. Ignorando que sus especificaciones biológicas y mentales no calificaban para asumir la tarea de la creación.
Por su parte Miguel, por respeto a las mismas criaturas, nunca dio explicaciones de su superioridad. Sería una descortesía, y un acto de engreimiento declarar lo que ya los ángeles sabían por simple lógica. Miguel siempre había estado a la diestra del Padre, y su amor y sabiduría había sido demostrado más allá de toda duda.
¿Cómo es que Lucifer se convierte en diablo?
Lucifer era un ángel honrado y excelso, cuyo honor seguía al del Arcángel. Su semblante, así como el de los demás ángeles, era apacible y denotaba felicidad. Su frente alta y espaciosa indicaba su poderosa inteligencia. Su forma era perfecta; su porte Noble y majestuoso. Una luz especial resplandecía sobre su rostro y brillaba a su alrededor con más fulgor y hermosura que en los demás ángeles. El Arcángel Miguel era su consejero, y Lucifer conocía su infinita sabiduría y la supremacía que tenía sobre todas las criaturas, pero se entusiasmó pensando en que solo necesitaba un poco más de preparación para ser exaltado al puesto de Miguel si se le daba la oportunidad de demostrar mayor creatividad. Así nació en él un sentimiento de envidia, y de codicia. Ignoraba que su poder era limitado, y no podría llegar jamás a ser semejante a Dios, no era un asunto de preparación, sino de esencia, y al pedir un puesto mayor le fue negado, pero no porque Dios fuera egoísta, sino porque quería impedir que Lucifer se decepcionara de sí mismo y fuera infeliz. Lucifer por este rechazo tuvo un sentimiento de venganza y se decidió tomar gradualmente la autoridad que le correspondía sólo a Aquel que era uno con Dios, y el único Arcángel, el mismo que más tarde llegaría a este mundo como Cristo.
Los seres Supremos no ignoraban la deslealtad de Lucifer, esperaron un buen tiempo para saber si se arrepentiría, lo cual nunca ocurrió, entonces decidieron dejar en claro, en presencia de todos los ángeles, la dignidad del Arcángel.
Con la multitud celestial de santos ángeles reunida a su alrededor, El Padre con su Arcángel a su lado declaró que Miguel era su misma presencia, dondequiera estuviera, y en la forma que estuviera, tenía si misma dignidad. Su presencia debería reverenciarse tanto como la del Padre. A él se le había encargado de obrar el proyecto de creación de la tierra y de todo ser viviente que habría de existir en ella.
Dios ordenó a todos adorar a Miguel, Lucifer tenía celos, no obstante, cuando todos los ángeles se inclinaron ante él para reconocer su autoridad y derecho de gobernar, se inclinó con ellos, pero su corazón estaba lleno de odio. El Arcángel formaba parte del consejo especial de Dios para considerar sus planes, mientras que él los desconocía. Temía ahora que los ángeles no lo prefiriesen como antes, entonces aspiró a llegar a la altura de Dios mismo. Se glorificaba en su propia exaltación. ¿No eran sus vestiduras brillantes y hermosas? ¿Por qué había que honrar a Miguel más que a él?
Salió de la presencia del Padre descontento y congregó a las huestes angélicas, disimulando sus verdaderos propósitos, y les presentó su tema, que era él mismo. Como quien ha sido agraviado, se refirió a la preferencia que Dios había manifestado hacia Miguel postergándolo a él. Les dijo que de allí en adelante toda la dulce libertad de que habían disfrutado los ángeles llegaría a su fin. ¿Acaso no se les había puesto un gobernador, a quien de allí en adelante debían tributar honor servil? Les declaró que él los había congregado para asegurarles que no soportaría más esa invasión de sus derechos y los de ellos: que nunca más se inclinaría ante Miguel; y sería el caudillo de todos los que estuvieran dispuestos a seguirlo y a obedecer su voz.
Hubo discusión entre los ángeles. Muchos se sentían infelices porque no podían indagar la inescrutable sabiduría del Arcángel, ni comprender la naturaleza de la esencia divina compartida.
Y al poder ascender a la región de las nubes, esperaban La gran mayoría de los ángeles, aunque no entendieran todos los aspectos del carácter de Dios decidieron ser leales y trataron de persuadir al poderoso querubín rebelde. Vieron Justicia en el acto de Dios al honrar a Cristo, y con poderosos argumentos trataron de convencer a Lucifer de que no tenía entonces menos honra que la que había tenido antes. Le mostraron claramente que Miguel era de la esencia de Dios, que existía con él antes que los ángeles fueran creados, y que siempre había estado a la diestra del Padre, sin que su tierna y amorosa autoridad hubiese sido puesta en tela de juicio hasta ese momento; y que no había dado orden alguna que no fuera ejecutada con gozo por la hueste angélica. Los ángeles lloraron. Ansiosamente intentaron convencerlo de que renunciara a su propósito malvado para someterse a su Creador, pues todo había sido hasta entonces paz y armonía, y ¿qué era lo que podía incitar esa voz rebelde y disidente?
Lucifer no quiso escucharlos. Se apartó entonces de los ángeles leales acusándolos de servilismo.
Ante la astucia de Lucifer, muchísimos ángeles lo aceptaron como su dirigente y comandante en jefe; y él se vanaglorió de que con el tiempo podría llegar a tener a todos los ángeles de su lado. Los ángeles leales le advirtieron nuevamente y le aseguraron cuáles serían las consecuencias si persistía, pues el que había creado a los ángeles tenía poder para despojarlos de toda autoridad, o incluso dejarlos sin vida. Le aconsejaron a él y a cuantos habían caído bajo su influencia que volvieran a Dios y confesaran el error de haber permitido siquiera el pensamiento de objetar su autoridad.